El DRAE indica margarita: echar ~s a los puercos; locución verbal. Emplear el discurso, generosidad o delicadeza en quien no sabe apreciarlos.
La "delicadeza" a la que me referiré es la de la poesía. Y una de las maneras de relacionarse con las mujeres ("llegar" a ellas), a través de ella. (Algo trillado que a veces funciona.)
Hace no poco tiempo, decidí –las causas no importan para esta ocasión, digamos sólo, que "tuvimos un pasado"– transcribir un grupito de sonetos para, vaya idea, rendirle un pequeño tributo a una amistad cada vez más extraña (por no decir deteriorada). Ya esperaba lo que resultó (lo había previsto, pero no me importo entonces gastar mi pluma y los sonetos): no hizo caso, entendí (y por más que sea lo que yo deduzco, se acerca a la verdad) que no había entendido los sonetos (entenderlos, probablemente sí le hayan gustado), cosa nada extraña, porque los tres fueron escritos hace más de tres siglos. Sí, creo que en eso radica la comprensión de tal poesía.
Pensaba sólo eso, pero me acordé que nunca poseyó habilidades con nuestra lengua, el español, ni con el inglés, el cual decía conocer de cabo a rabo; así como escribía en español, escribía en inglés: faltas de ortografía y todo.
No aprendí. Pensé en recolectar otra serie de poemas para otra mujer aún más especial, siempre teniendo en cuenta aquello que quería expresar y que despertara interés en quien lo leyera (ella).
El primer poema que aparece es un soneto de un poeta muy querido y muy especial, recuerdo que cuando lo leí, fue detener la lectura y tener una sensación que nunca había experimentado.
Pensé en dejar tal tarea porque algunos hechos me hicieron pensar en ello, pero seguí pensando que aún tenía oportunidad. Ya diré qué pasó.
Sospechaba que ella gustaba de sentirse y saberse halagada por muchos hombres a la vez (no es raro en los humanos) y me dio alas y después, naturalmente, las cortó. (Pero es hermosa. Pero, ¿ya ocho meses?, es una burla.)
(Quizá lo que sigue me deje mal parado, pero qué importa.)
Como el proyecto no se terminó del todo y su destinatario estaba en la cuerda floja, pensé en cambiar a este último. Pensé en una mujer que sí sabe de poesía y la entiende y la goza y la ama y, cosa curiosa, me gusta. (No es que sea importante el que sepa de poesía, es sólo un punto a favor, digo yo.)
(He pensado en ella con bastante frecuencia; he pensado en ella, pero no he estado con ella.)
Desde ahora –aunque a veces lo cuidaba y lo cuido– procuro destinar poemas transcritos a mujeres que en verdad valgan la pena y los sepan valorar.
Lo he hecho en los últimos días.
Elegir a una mujer y un poema es casi igual de complicado.
Es tan cortesano... :D me agradó
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