domingo, 19 de diciembre de 2010

Un partido del (mundo) mundial

Encontré en unos papeles que creía perdidos este textito que publico ahora con unos retoques.


02-07-10
Hoy se dio uno de los partidos de futbol más emocionantes que se hayan visto dentro del Mundial de Sudáfrica 2010. Los equipos eran Uruguay y Ghana, que se encontraban en los cuartos de final, era el segundo partido del día; horas antes se había visto a una selección holandesa que pudo (le ganó) con la siempre poderosa y favorita selección brasileña.

Aquellos equipos, en octavos, derrotaron a Corea del Sur y a Estados Unidos (en tiempo extra), respectivamente. (Cabe anotar que en los cuatro partidos de los cuarto de final había una selección sudamericana, que Brasil ya había sido eliminado y que las otras -Argentina y Paraguay- a la postre, también tendrían el mismo destino; por otra parte, Ghana era el único equipo africano que había pasado de la primera ronda, los otros mostraron un desempeño que decepcionó a muchos.)

Para ver este partido decidí ir hasta el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde ésta había sido seleccionada nada más ni nada menos que por Coca-Cola como una de las (creo) cinco sedes para que ahí se llevara a cabo el International FIFA Fan Fest. Esto consistía en disponer del Zócalo como un lugar en el cual se viera, se viviera y se bebiera futbol durante toda la Copa del Mundo, evidentemente consumiendo Coca-Cola y Barcel.

Llegué minutos antes de que iniciara el protocolo de los himnos y del volado.
Al iniciar el juego había mucha gente, digo, para ser un partido entre Uruguay y GHANA (?). Era de resaltar que sí había uruguayos en la multitud: calculo que eran como entre 30 ó 35.
Del otro lado se dio un fenómeno curioso: el (pueblo) mexicano siempre apoya a las naciones menores (tanto histórica como social o económicamente) [véase el caso de Haití cuando el terremoto, cuando el tsunami en el suroriente asiático...]; esta vez no fue la excepción, me atrevo a decir que la mayoría de los ahí presentes apoyábamos a Ghana, aunque considero que había otras razones: 1) no jugaban mal, mal; 2) eliminaron a Estados Unidos -eterno rival del mundo y, obviamente, en lo futbolístico, de la afición mexicana-; 3) se enfrentaban a Uruguay, tercer rival de México en la primera ronda, donde aquél nos ganó y se llevó el primer lugar, mandándonos contra Argentina que, otra vez, nos eliminó y bla bla bla...; 4) Ghana no tenía afición presente en el Zócalo, como no ocurría con Uruguay, que sí tenía: alguien tenía que apoyarlos.

Celebrábamos todo lo bueno que hacía Ghana, a pesar de que las oportunidades realmente peligrosas eran de los charrúas; era, sin embargo. un duelo equilibrado. Anhelábamos que Ghana diera la sorpresa.
Hacia el final del primer tiempo en un jugada medio rara, Sulley Muntari, ghanés, sacó un tiro que Muslera, portero uruguayo, no pudo detener. Uruguay 0- Ghana 1. Todos festejamos como si fuera nuestro equipo (éste sí pasó a cuartos).
Durante el medio tiempo había gente optimista que veía la caída de Uruguay ocasionada por Ghana; estaban nulificando el poder ofensivo charrúa.
Uruguay, desde que inició el segundo tiempo, mantuvo el control del balón y todas las llegadas eran suyas, la expectación aumentaba, las ganas de ver el partido empatado aumentaban, eso obligaría a los africanos a dejar de ser defensivos y saltar líneas.
Sucedió. Una falta innecesaria a las afueras del área a favor de Uruguay. Diego Forlán se dispuso a disparar. Un tiro sencillo que Kingson erró al considerarlo y lo hizo ver mal. Uruguay 1- Ghana 1. Faltaban 35 minutos de juego y parecía que Uruguay sería el segundo semifinalista.
No pasó mucho, lo usual: llegadas de ambos lados, el cansancio, la ansiedad por saber que con un gol se definiría la eliminatoria...

El empate en el tiempo reglamentario obligó a irnos a tiempos extra. Treinta minutos más de estar ansiosos de ver lo que pasaría ahí.
Curiosamente, Ghana tomó el control del partido, los jugadores uruguayos estaban fundidos, aquéllos tenían, eso parecía, cuerda para otros 90 minutos. También daba la impresión de que tenían la mente clara para organizar un ataque eficiente.
Esto fue más intenso al final del partido, aproximadamente a partir del minuto 116, lo fue tanto que al 119' -casi 120', una jugada verdaderamente de puro riñón, un testarazo hacia la puerta de Muslera parecía el gol ghanés y el pase a semifinales, pero Luis Suárez lo impidió: a primera vista se pensó que la jugada había sido limpia, pero algo no encajaba, la posición y el movimiento del cuerpo del uruguayo no coincidían con lo que la gente se imaginó: él utilizó la mano para impedir que el balón entrase y los derrotara.


Los uruguayos del Zócalo sabían que hasta ahí llegaba su selección, la celeste, los demás nos regocijábamos del final del partido y, sobretodo, de la desgracia de nuestros amigos sudamericanos.
Luis Suárez, no lo creía, de seguro fue una reacción al sentir el fin del partido, de saberse vencido, de... algo extraño sin duda; se fue expulsado, llorando, por él su selección quedaría eliminada, por una mano, un penal. Su recorrido hacia los vestidores fue lento, sólo esperaba ver la derrota de su lado para llorar aún más.
Toda la gente que estaba en el pìso sentada sin excepción se puso de pie pues sentía que era el final del partido, un partido lleno de talento de ambos equipos, un partido espectacular, un partido de mundial.
Pero el futbol tiene eso que lo hace maravilloso, cómo de la tristeza y angustia total uno puede pasar a la felicidad y la euforia en pocos segundos: Asamoah Gyan sería quien diera cuello a los charrúas ejecutando el penal. Todo estaba servido en el Soccer City para ver a una selección africana llegar a las semifinales. En el Zócalo ya teníamos el grito de ¡gol! preparado. El árbitro (creo que es portugués y se apellida Benquerenca, o algo así) pitó, la gente estaba lista pero


Asamoah Gyan falló el penal y con eso se acababa el partido y los ánimos de los ghaneses que habían mostrado garra y corazón. Se definiría todo en penales.
La señal transmitió la escena en la que Suárez lloraba camino a los vestidores pero se detuvo a ver el tiro, cuando vio que había sido fallado corrió como loco, gritando y parecía lleno de vida de nuevo. No lo creíamos. Nos mirábamos buscando una respuesta a lo inexplicable del error de Gyan. Supongo que los otros, como yo, sintieron lo mismo: aunque apoyábamos a Ghana sabíamos que no podía lograr avanzar mediante los tiros penales con los ánimos por el suelo a causa de la pifia anterior. Todo aficionado al futbol lo sabe.
Estábamos obligados, los jugadores a soportar el peso de los penales y nosotros a presenciar el final azaroso de un partido brillante.

El Zócalo de repente calló y cayó presa del suspenso que una serie de penales sabe producir.
He aquí la serie de penales:
                      

El último penal fue fantástico, obra de Sebastián Abreu, quien jugara en México años atrás y que sus penales tienden a tener el mismo estilo.

[La gente que "pasaba" por el Zócalo se detuvo a ver los penales. La imagen del último penal, el de Abreu.]

Los uruguayos radicados en la capital brincaban de alegría, gritaban ¡ganamos! y el himno uruguayo era entonado por este contingente sudamericano. Quién los viera, al borde del llanto al final del tiempo extra y después emanando regocijo.
Al final, todos nos fuimos contentos por haber visto un partido pleno de emociones. Era, más o menos, el partido más dramático del mundial. Vimos cómo el último equipo africano, su esperanza, se iba del Mundial, peleando. Y quedaba demostrada la mítica "garra charrúa".

El FIFA Fan Fest reunió a todo fanático del futbol que quisiera ver los partidos del mundial en compañía de otros fanáticos. Qué importa el origen, cuando lo importante era (es) el juego que hace que olvidemos un rato las penas.

sábado, 30 de octubre de 2010

Simonetta Vespucci

Alexandre de Riquer (Calaf, 1856-Palma de Mallorca, 1920), hacia 1906, publicó un libro intitulado Aplech de sonets en el cual se incluye un poema llamado "Simonetta Vespucci". Dicha composición está dedicada a aquella musa italiana (1453-1476) -me sirvo del anacronismo- que Sandro Botticelli (Florencia, 1445-1510) pintó en varias ocasiones.
El poema fue recogido por Josep Maria Sala-Valldaura en Antologia de la poesia eròtica catalana del segle XX, Barcelona, Proa, 1977, [Els llibres de l'Ossa Menor], 272 pp.

SIMONETTA VESPUCCI

Simonetta Vespucci, de brocatell vestida,
donant la mà al poeta, s'avança lentament;
Botticelli amb noblesa, a seure la convida,
ella insinua amb gràcia coral salutament                            4

i a poc a poc, deix caure l'ampla roba enriquida
per blondes i joiells. Desnua, conscient,
sens pena ni arrogància, lo més naturalment,
alça sa forma esvelta d'una blanco' exquisida.                  8

Policià diu un vers que escolta enamorada,
mentre Sandro disposa un collaret de roses,
trobant-la bella, diàfana, sumptuosament trenada;          11

col·loca amb art sobre ella les glasses vaporoses
i reprèn sa gran obra amb una fe sincera.
Simonetta Vespucci, posa de Primavera.                      14


El primer cuarteto nos dice cómo se encuentra Simonetta: porta un vestido de brocatel -tejido de seda que tiene dibujos de color distinto al del fondo- y avanza despacio mientras le da la mano a un poeta que no sabemos quién es, marcando una tensión poética. Botticelli, quien aparece hacia el tercer verso, la invita, muy cortés, muy noble, a sentarse; ella con gracia insinúa un cordial saludo y (ya en el segundo cuarteto) poco a poco deja resbalar el paño que está adornado -roba enriquida- de blondas (encaje de seda con el que se hacen vestidos de mujer, entre otras cosas) y joyas. De manera natural desata la tela, sabe lo que hace, por eso no exhibe pena ni arrogancia; Simonetta, la de la exquisita blancura, eleva su figura delgada -elementos eróticos-: otra tensión poética.

Se resuelve la tensión que aparece en el segundo verso, pues al inicio del primer terceto se alude a Angelo Poliziano -Policià- quien dice un verso del gusto de la mujer en cuestión (Poliziano era el cantor de los amores de ésta y Giuliano de Médici). Botticelli le coloca un collar de rosas y le parece (leo que ya adornada con el collar) bella, diáfana y suntuosamente peinada con una trenza.
Éste coloca, con arte, sobre ella los vaporosos velos que habrán de completar su vestido, hasta aquí parece que la están vistiendo para una ocasión importante.

Pero algo sucede hacia los últimos dos versos bastante transparentes. Botticelli reemprende su gran obra con fe sincera: Simonetta Vespucci posa de Primavera. Es una representación poética de una obra pictórica. Se trata de El Nacimiento de Venus. Es écfrasis.
Todo queda claro: la segunda tensión que se presentó en el verso 8. Botticelli pinta a Simonetta como la ninfa Primavera quien, alzando su forma esbelta, cubre a Venus con el manto enriquecido de encajes y joyas.
El proceso de "vestir" a Simonetta-Primavera es, evidentemente, el proceso de pintarla: su vestido de brocatel; su rostro sereno, "sens pena ni arrogància"; el collar de rosas y los velos vaporosos, incluso el color blanco, eran, quizá, los últimos detalles de la modelo. Aunque, como Botticelli acabó su obra años después de la muerte de Simonetta, aquellos elementos pueden ser una alusión, pues el "homenaje" ya estaba hecho, aparece en El Nacimiento.
El adjetivo "gran" -del verso 13- puede tomarse de dos maneras: en la una se obvia la pericia de Botticelli y la belleza de su pintura; en la otra es la sola alusión al tamaño del lienzo -184.5 cm de alto por 285.5 cm de ancho-. Considero que ambas interpretaciones son viables.

Tanto la pintura como el poema contienen elementos eróticos importantes. En el caso de la primera es la actitud de Venus, el no taparse por completo; la piel blanca y el cabello dorado son imágenes recurrentes para describir la perfección femenina (quién mejor que Venus).
Para el segundo, lo erótico recae en la construcción -o la "impresión en el lienzo"- de Simonetta Vespucci, se la viste con las mejores ropas, se le atribuye un piel blanca y una figura esbelta; su cabello, pese a que no conocemos su color, está trenzado, atributo digno de alabarse.


viernes, 22 de octubre de 2010

San Itario, el Dorado.

No ha muchos días mientras realizaba el rutinario trayecto hacia mi casa, vi un "establecimiento" perfectamente ubicable, si se camina atentamente, que llamó poderosamente mi atención:  unos baños públicos de ésos que pululan por la Ciudad con una marquesina con el nombre del lugar (sí, alguien le puso un nombre) -que me sacó de la rutina-. Esto por lo curioso y por la muestra de humor y picardía que había en esas trece letras, a saber: los baños, que por cierto a la distancia daban una buena apariencia,  tenían por nombre "El Churro de Oro".
No pude contener la risa que me provocó aquella visión pues es una muestra del dialecto mexicano, más específicamente del mexicano del altiplano, y los recursos de los que se sirven los prestadores de tal servicio para hacerlo más llamativo y tranquilizante.

Churro (sust. masc.; voz onomatopéyica), según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (DRAE), es la fruta de sartén de la misma masa que se emplea para los buñuelos y de forma cilíndrica estriada, para la primera acepción; para las otras tres que da -dos usos coloquiales y otra frase adverbial coloquial-: obra hecha sin arte ni esmero (2); acierto casual (3); y el último uso es 'como churros' (4) es decir, con mucha facilidad.
Es evidente que el churro que refiere el nombre de los sanitarios no es ninguno de los cuatro arriba mencionados, sino la relación que el mexicano (del altiplano) sugiere entre esa primera definición y el acto de defecar... No hacen falta explicaciones.
Ahora bien, el usar 'de oro' es para dar al transeúnte la sensación de seguridad y comodidad (y hasta "lujo") en esos momentos de tensión y de control de esfínteres; aunque al hombre mexicano no le importe tanto ya que no se fija nunca por dónde va.
Si se hace -no debería- una síntesis de las cuatro acepciones que sobre 'churro' nos otorga el diccionario, podríamos definir el acto escatológico: masa de forma cilíndrica estriada, producida a veces sin arte ni esmero, otras con mucha facilidad, que es cuando hay problemas, cuando no es fácil también hay problemas y sí requiere de esmero, mucho esmero.

¿Cuánto no se ha hecho en un cuarto de baño? Hasta es digno de recibir loas, como las Loas al cuarto de baño, y de manera estupenda, creo.

Ahora, días después de ese descubrimiento, han decidido -los dueños del local o váyaseasaberquiénes- retirar el letrero con el nombre del lugar.
Ya no es "El Churro de Oro", es, simplemente "Sanitarios Públicos". Lástima.

viernes, 1 de octubre de 2010

¡Extra! ¡Extra!

He agregado, después de mucho tiempo de pensar en ello, una ventanita en el costado del blog la cual contiene una selección de periódicos (unos con ediciones impresas y digitales, otros solamente digitales) de varios lugares del orbe.
Seré otro, entonces, de los que piensan que es necesario mantenerse informado del acontecer mundial; por supuesto, habrá quien se mantenga feliz sin enterarse de muchas cosas: su existencia se hace más llevadera. Pero cuando alguien adquiere interés, o bien, curiosidad, percibe el mundo de otra manera: se preocupa de la situación y se cuestiona sobre muchas cosas.
Me he alejado de los periódicos "tradicionales", los periódicos conocidos por casi todo el mundo: en su lugar he tomado otros que por su idioma original no se toman en cuenta salvo en contadas excepciones o por ser países sin "estrella". Me interesaron por el manejo de temas locales propios.
 Lo que espero de esto es que se haga una cadena de información y de conocimiento de otras fuentes de información, otras maneras de pensamiento y opinión.
Queden, pues, esos enlaces esperando que resulten útiles. Y entretenidos.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Del balompié (mexicano).

(Me gusta el futbol y quise que la primera entrada del blog fuera sobre eso.)

Hoy desperté motivado por un impulso pasional, morboso e irracional, tal impulso recibe el nombre de futbol. Y es que hoy se enfrentaban, por un lado, el equipo que apoyo, al que le lloro (sí, he llegado a hacerlo), al que le festejo (no sólo cuando es campeón -y ocurre seguido-): el Toluca contra el América, equipo por muchos odiado en esta Liga Mexicana, de la cual quizá luego escriba algo.
El futbol es pasión, cuánto no se vive en un partido, por la presencia misma de la pasión se vuelve irracional y morboso porque se jugaba contra el América, sólo por eso.
A la hora de encender el aparato televisor, me encontré con que todavía no acababa la transmisión anterior (Más Deporte, creo), pero esa gente ya estaba calentando el encuentro: daban fechas, estadísticas, anécdotas, etc.
Una vez iniciada la transmisión, la producción decidió comenzar de la forma tradicional: presentando las alineaciones. Fue el momento de una revelación: el equipo Toluca alineaba a lo mejor que tiene: entre otros, Talavera, el portero ataja-penales; Dueñas y Novaretti, la temible pareja de centrales;  Antonio Ríos, el mejor joven del torneo; Romagnoli y Sinha, jugadores que se sacrifican; y Mancilla, uno de los hombres a seguir por el uso de su dedo cordial en contra "de una persona que me había estado ofendiendo".
América, por su parte, presumía su retacería de calidad: Memo Ochoa, el portero que no jugó en Sudáfrica (y quizá no juegue en algún club europeo); George Corral (hermano de la jugadora mexicana Charlyn Corral); Óscar "Kevin" Rojas, afortunado lateral como la combinación resultante de su nombre y su apodo; "Rolfi" Montenegro, jugador de calidad incuestionable; Pardo, hombre que no supo alemán, pero que fue capitán de la Selección Mexicana y campeón hace algunos añitos; Vuoso, delantero al que el "Nemesio Diez" le trae malos recuerdos; Layún, ex-jugador del Atalanta de Italia; y Vicente Sánchez, otro hombre que entendía de alemán lo que yo de Física Nuclear y cuyos años de gloria fueron con el ahora equipo rival. Cabe mencionar que las Hermanas de la Caridad de Coapa hicieron que estos últimos cuatro fueran salvados del olvido que sufrían por parte de los entrenadores de sus europeos equipos, excepto Vuoso quien recibe ahora otra oportunidad para ser bueno y olvidar sus errores que le prohibieron a Santos llevarse el Torneo Bicentenario.

El partido comenzó y sólo se presentó una oportunidad para los amarillos. Los diablillos se dieron cuenta del hueco que George Corral (¡vaya jugador!) había dejado por la banda izquierda; intentaban e intentaban hasta que Mancilla dejó paradito a Paco Memo e hizo la primera anotación. ¿Dónde había quedado la defensa del Inter que Lapuente había dicho?
Éste se dio cuenta también de la mala actuación de su zaga y metió al terreno a Ángel Reyna. Cuando entró, temí la aparición de la ofensiva del Barcelona que Lapuente había mencionado en aquella ocasión.
Ocurrió: Vuoso había fallado su primera oportunidad, pero en la segunda, el argentino superó los traumas de mayo (el 23 de mayo fue la final del Torneo Bicentenario) y aplicó la técnica del cine: aventó(se) una palomita y los amarillos aficionados vueltos locos. En contraparte, Vicente Sánchez no superó el miedo de volver al infierno y tuvo que ser sustituido. Su incursión en el campo le valió abucheos cada que hacía por el balón.

No sé qué hice los minutos previos al segundo gol choricero. Vi las modificaciones del "Chepo" (Brizuela y Cuevas). Y cómo un jugador de América le cometía una falta a Cuevas.
Faltando Calderón  y Esquivel, dudaba de la peligrosidad del cobro de la falta, me percaté que tanto Manuel de la Torre como Sinha (el yolaspuedotodas) se perfilaban a ejecutar el tiro. Nadie pensó que Sinha mandara un centro, ni que nadie hiciera contacto con el balón en el trayecto a la portería azulcrema, ni que Paco Memo y sus defensas se equivocaran (vaya, no en esta jugada...). El balón entró y la gente disfrutaba (asistentes al partido y toluqueños televidentes) esa victoria parcial sobre un equipo odiado.

Siempre es un gusto ganarle al América (ver que el equipo que apoyas le gane y que, si uno llega a enfrentarlos, por azares del destino, en fuerzas inferiores, la victoria también es gratificante).

Dejo, entonces -y así finalizo esta entrada- de exhibir mi afición y mi pasión hacia un equipo de poco arrastre pero de muchos campeonatos (DIEZ).


El principio. Orden de luz en la casa vacía...

No, no estimado y desocupado lector o curiosa persona que hallare esto, no hablaré del poema de Rubén Bonifaz Nuño (Córdoba, 1923) que inicia de igual forma; lo que pretendo es indicar el camino de este espacio cibernético.
Como muchos otros blogueros (bloggers) (aunque desconozco si sea posible la castellanización de tan singular palabrita), existe dentro de mí la "imperiosa" necesidad de escribir, bien, pero ¿sobre qué escribir? Cualquier cosa es buena para dedicarle algunas palabras. Por eso aquí se hallarán temas de la cotidianidad de la Ciudad de México, del acontecer político-social-cultural del país y de otros temas que pudieran considerarse banales, la literatura incluida. (Las entradas, a veces, podrán ser muy poco objetivas.)
En fin.
Juzgo conveniente dejar claras algunas cosas:
1. YO decido que habrá de publicarse en este espacio. Por supuesto, estoy dispuesto a recibir comentarios y sugerencias. NO recibiré comentarios de Anónimo, mucho conflicto causa hacer una relación de sus libros escritos como para soportarlo en esta vía.
2. Indicaré, en su caso, si la entrada no es de mi autoría.
3. Si el blog te convence, recomiéndalo; si no te gusta, puedes expresarlo en un comentario y, si quieres, no visitarlo más.

Sobre advertencia no hay engaño.

Transcribo, por último, unos versitos del capitán Francisco de Aldana, el Divino (Nápoles, 1540-Alcazarquivir, 1578) que se hallan en su famosa Epístola. (El amor cortés se hace presente en el blog.)

   Mas nueva voz me acude y me reclama
dentro del más secreto pensamiento
que rompedor de fe me nombra y me llama,

   diciendo: "El  mandamiento y juramento
rompes, de no escribir antes ni agora
la causa y ocasión de tu tormento."
                                            (vv. 40-45.)