domingo, 22 de abril de 2012

Del noséquéhaceryahora

El joven come tranquilamente. Solo. El señor se aparece como si nada. Solo. El señor posa una mano sobre el hombro del joven. El joven, alarmado, voltea, lo reconoce, pasa difícilmente su bocado. "Buenas..." y no completa la frase. "Buenas tardes" sí que dice el otro y se retira. Lo acababa de hacer padecedor pseudoactivo del noséquéhaceryahora. Por suerte, el joven despertó. Y su novia estaba con él.

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